Cosas que sobreviven a las mudanzas

A lo largo de estos 5 años en Paraná, mi vida de estudiante -siempre foco de las crisis que son costumbre en nuestro país, desde los bonos federales hasta la inflación que lleva largo tiempo- me ha llevado a mudarme 7 veces...He compartido los lugares con vivos y muertos (entiendase pensiones con ruidos extraños y seres intangibles)...Entre tanto, lo que siempre ha sobrevivido es mi exprimidor que tiene más años que yo -ya que mi papá lo compró antes que yo naciera, y así pasó a la posteridad en mano de cada integrante de la familia-.
Pero lo más importante que me ha seguido a todos los lugares que he habitado es La Cucaracha...si si...cucaracha. Las unifico en un nombre ya que constituyen una comunidad en mi casa y además me es muy difícil distinguirlas particularmente, y ésto sin querer alterar la diversidad de su especie, aclaro!.
Hay que tener debida precaución, ya que una vez que se meten en tus muebles, es imposible deshacerse de ellas...Las he tenido de todos los tamaños...desde las que parecían una cuchara sopera hasta las que me acompañan hoy día: aquellas con un tamaño muy pequeño, que según mis conclusiones, deben ser aquellas recien nacidas de huevos que quedaron en los muebles luego de un intensivo despliegue de aerosoles tóxicos y pastillas malogradas, donde -claro está- la más afectada es una que termina sin poder respirar y con un intenso dolor de cabeza, pero Ella, nuestra querida cucharacha, sigue caminando inconmovible!-hasta la he visto reirse en mi cara-. Por lo tanto, he tomado una sabia decisión: dejar de luchar contra la naturaleza. Después de todo soy parte de ella y no tengo porque intentar asesinarla ¿no?. Dejaré de lado toda impresión que me causen, y probaré convivir con ellas. Después de todo, en estos últimos años, he compartido lugares con ejemplares* inconcebibles y paradójicos, por lo que una cucarachita no hace la diferencia ni debe merecer mi asombro!...


*Mi papá, Gisele y Marcia no están incluídas en esta clasificación.