sábado, 24 de noviembre de 2007

Del miedo a la muerte

"La muerte hace ángeles de nosotros y nos da alas donde teníamos hombros suaves como garras de cuervo." Jim Morrison (1943-1971)

Muchas veces inquirimos sobre ese suceso demoníaco llamado muerte: ¿será por el temor del hombre a saberse finito, por un sentimiento ególatra a dejar de existir materialmente en el mundo o simplemente por temer a todo aquello que no le garantice la certidumbre existencial y/o control sobre lo desconocido? Malabares científicos en la modernidad apelan a prolongar la vida y retardar al envejecimiento... Sin embargo, nada ni nadie puede ejercer el mando de una cuestión tan inherente y natural a los seres vivos.
He pensado sobre la muerte, la vida, el dolor, la alegría. Los tiempos modernos nos han delineado un cuerpo que, de la mano de la técnica, puede reciclar y remodelarse. Sin embargo, veo en estos afanes por el cambio, un enorme temor a la finitud de la carne. Con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, se han reproducido métodos para prolongar la vida y posponer la muerte. La modernidad ha dejado de lado el tiempo del hombre. “Al llevar más allá los limites de la vida, hace fracasar provisoriamente a la muerte, pero con frecuencia, le da más años a la vida, que vida a los años. Y al mismo tiempo, convierte a la muerte en un hecho inaceptable al que hay que combatir.”[1] Parece que la muerte ha dejado de ser una condición humana. El hombre se refugia en la fe, en creencias que le den la seguridad de una vida más allá de la muerte. No nos olvidemos que el afán en ese alma- espíritu que sobrevive ante la finitud del cuerpo nos ha costado el sometimiento del mismo, sea de la mano de la religión o de la razón moderna.
Ahora bien, ¿Es justo conservar la vida bajo cualquier medio? ¿Es eso vivir? ¿No estaremos antes que cuidando la salud, prolongado la agonía y el sufrimiento? ¿Se encuentra el Ser bajo esas condiciones en toda su plenitud? ¿Es la Presencia condición de Ser?


[1] David Le Breton. Antropología del cuerpo y la modernidad. Cáp. 8. Nueva Visión. Bs. As. 2002 . Pág. 224

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